lunes, 26 de enero de 2009

Mi primer viaje en el tiempo y en el espacio.

14 de Mayo de 2008.



Un día funesto, lleno de profundas amarguras y de tenebrosas tristezas, envolvía mi corazón. Una lucha de encontradas ideas arrastraba mi fantasía por el abismo insondable de la desesperación. Por la noche acudían a mi mente, como en tropel, imágenes representando actitudes distintas, pensativas o amenazadoras, con los puños apretados, como impulsadas todas por un solo pensamiento de venganza en contra de tanta maldad humana. Se había hecho desaparecer a un gran pensador, a un filósofo pletórico de bellas y luminosas ideas sobre el establecimiento de una sociedad de verdaderos humanos. Se había cometido un crimen de lesa humanidad en la persona de un hombre bueno, generoso y altruista, cuyos ideales de justicia sintetizan las sublimes aspiraciones de todos los pueblos esclavos de la Tierra. Se había quitado la existencia de un hombre honrado...Ricardo Flores Magón.
Librado Rivera.

Ayer en la noche aprendí, no sin romperme la cabeza intentándolo una y otra vez, a saltar en el tiempo. Sé muy bien que suena absurdo, pero diré que todo últimamente dentro de mí me suena así, lo digo porque no he encontrado lógica alguna a mi proceder en estos últimos meses. Así que no debe extrañar esto que escribo a nadie, y lo tomare como una justificación para futuros reproches.

Me costó tanto trabajo lograrlo porque no es nada sencillo. El transportarse por el tiempo y espacio causa trastornos psicológicos que son irreversibles. Por ejemplo, diré, que causa letargamiento prolongado con un poco de estupidez momentánea, ¿o de racionalidad momentánea? No estoy seguro, el tiempo hablara.

Este mágico proceder, y lo nombro así porque no logro encontrar otra maldita palabra, se inicia cuando enciendo un cigarrillo, me recargo en mi sillón y cierro los ojos y todo se vuelve una perenne calma. El zumbido cotidiano de pronto se calla y es como si todo volviera al origen mismo, ¿de qué? ¡Yo qué carajos voy a saber! Pero lo siento y es lo que escribo.

Un túnel se posa frente a los colores y figuras mezclados en el periodo de mis ojos cerrados. Este túnel parece que es en blanco y negro, digo parece pues los colores lo alimentan poco a poco. Desespero un poco al principio, pues los colores toman forma y crean escenarios, sí, objetos y contextos propios del pasado. Esta creación abstracta toma forma, por fin, y sentido. Dos hombres frente a una imprenta, sí, de bigotes y muy parecidos, parecen hermanos por su similares características. Uno de ellos está revisando una caja recién abierta llena de libros que tienen como titulo La Conquista del Pan de Kropotkin. El otro conversa de manera airada con un hombre que trae rollos de papel, parece que algo no le gustó de lo que trae en las manos. Usan trajes de vestir, negros y zapatos del mismo color, se notan visiblemente desgastados y pintados una y otra y otra vez. Afuera la gente que pasa los saluda amablemente, ellos responden con una especie de reverencia no forzada, sino salida muy natural.

Ricardo -escucho que le dice uno al otro- debes conseguir más dinero para comprar papel, este es de mala calidad y aún así no nos alcanza.

-Está bien, lo sé, pero quieres que se lo pida al Imparcial o asalte una entrega de papel, no hay dinero, continúa Ricardo, la única salida sería subir el precio, pero no sería justo para los peones que son los que más leen Regeneración, simplemente lo dejarían y ya. Ya veré cómo consigo el papel, tú preocúpate de que salga a tiempo la edición…

De pronto sentí un jalón, creo que fue del tiempo, pues me trajo de vuelta a mi sillón y a la pasividad y apatía muy conocida por mí.

Este fue, como ya dije arriba, mi primer viaje en el tiempo y en el espacio. Espero con todo mi corazón poder viajar de nuevo en el pasado, aunque me deje más estúpido…

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